21 de marzo de 2011

Indie-O Fest

El sábado 12 de Marzo la asistencia no era apabullante, no más de 2 mil personas, pero el ambiente era relajado y acogedor, como para recibir a cinco proyectos jóvenes, uno mexicano, dos estadounidenses y uno sueco, ricos en diversidad sonora actual: The pains of being pure at heart, Zola Jesus, Bear in heaven, The Concretes y Childs, con el despampanante mural circular de David Alfaro Siqueiros rodeando las notas contemporáneas, como ha ocurrido en años anteriores al efectuarse el Indie-O Fest, que en 2011 llegó a su septima edición.
Desde las 9 de la noche, la chamaquiza indie, ataviada de forma nerd, ultra fashion, divertida pero no desmadrosa sino tranquila, se dejó caer al Polyforum Siqueiros, ubicado en la colonia Nápoles de la ciudad de México.

Childs, de Ensenada, abrió con su electrónica elegante, sus guitarras controladas, sus procesos ambientales. Una vez calentado el tinglado, llegaron de Suecia The Concretes, con la atrayente Victoria Bergsman al frente, cuyo fleco rubio le cubría casi todos los ojos, ataviada con una larga túnica florida y negra; a pesar de que sus músicos son atinados, sus melodías pop tranquilas comenzaron a aburrir a la gente: Bergsman casi no se movía, casi parecía dormitar o derrochar timidez extrema, lo cual hizo que el público se dispersara y bajara al vestíbulo a tomar alguna bebida, que por cierto, para estos fresi-conciertos, estaba bastante accesible.


 
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Con eficiencia de producción y buen sonido, gracias a la organizadora Kontrabando, Zola Jesus apareció en escena, diminuta y envuelta en una capa color naranja y mallas grises; una especie de caperucita misteriosa, solitaria, salvo un oscuro acompañante que controlaba secuencias de corte electrónico pero no bailable, sino pausado y espacioso, ambiental. Las luces fueron bajadas, para alumbrarla a ella sola. Cuando Nika Roza Danilova (su verdadero nombre), de Phoenix, Arizona, retiró la capa de su cara, pudo verse a una rubia muy joven, de nariz angulosa y voz portentosa, con un estilo único, despampanante, con ciertos guiños al timbre de Siouxie Sioux, pero con una actitud posmoderna, lo cual la hacía sonar a hoy día. Intensa, desconcertante. Uno de los mejores actos de la noche.


 
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Le siguió el trío Bear in Heaven, que de Brooklyn trajo su pop animoso, para con un gran baterista, bajo, guitarra y teclados (que alternaban entre canciones), armar gran ruido rítmico, bailador, a veces agradable, a veces monótono. Un juego de contrastes se dio con este grupo, aunque su momento alto llegó cuando interpretaron el gran sencillo “Lovesick teenagers”, que misteriosamente fue tocado dos veces: a medio concierto y al final. Unos decían: “quizá andaban tan volados que no se dieron cuenta de que ya la habían tocado…” o simplemente lo hicieron por el gusto de ver a los asistentes brillar ante una gran, gran canción.



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También de Nueva York, cerró el cuarteto The pains of being pure at heart, con guitarrista extra invitado. Las miradas se centraban en su flaquito cantante y guitarrista, Kip Berman y la tecladista Peggy Wang-East, de visible ascendencia oriental, tras los teclados y ataviada con coqueto vestidito rosa, y larguísimo pelo invadiendo su rostro y su enorme sonrisa. La distorsión expandida y la buena base rítmica de sus compañeros, dieron el marco perfecto para emitir un shoegaze animoso, y encima cantar melodías diáfanas, con alta influencia de los Smiths. Cuando muchos parecían dormirse, esta banda llegó a salvar la noche, encender los ánimos y cerrar con broche dorado.



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Texto: Pati Peñaloza
Fotos: Pablo Camarena 
Facebook: Stage / Art & Entertainment
Twitter: @STAGEARTS

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